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martes, 19 de febrero de 2013

Estirrón y estrellato


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Raphael Varane ha crecido muy deprisa, tanto que apenas ha tenido tiempo de asimilar todo lo que le ha venido encima. Hace dos años y tres meses debutó con el Lens y hace dos semanas entraba en la lista de Deschamps después de deslumbrar al mundo en el Clásico del Bernabéu.
Entre tanto, dos apariciones en la Francia sub 18, otra en la Sub 20 y 15 partidos con la sub 21, pero hasta entonces muy poco se sabía de este central espigado. Su madurez desde que era un niño, que llamó la atención a sus educadores, su formación profesional y personal y su mentalidad le han servido para superar etapas a una velocidad de vértigo.
El camino ha sido rápido pero no fácil. De hecho, Varane no aparece en Clairfontaine como una seria promesa hasta que empieza a despuntar con 17 años en el equipo reserva del Lens. Como otros muchos jóvenes, sufrió para competir con chavales mucho más fuertes que él. Su fragilidad física en sus inicios, sin embargo, le ha marcado en sus rasgos como futbolista, pero también como persona.Varane empezó a jugar al fútbol con siete años y entró con nueve en La Gaillette, el centro de formación del Lens, pero como muchos otros jóvenes de la zona norte se marchó con 13 al Centro de Formación de Lievin de la Federación Francesa de Fútbol, donde sus problemas de crecimiento le marcarían para toda su carrera.
Su momento más duro
"En esta época [recuerda Alain Delory, uno de sus educadores en Lievin en SoFoot.com], sus rodillas no aguantaban. Un día era la derecha, otro la izquierda, lo que le alejó durante ocho meses de los terrenos de juego. Recuerdo que, cuando llegaba del colegio, veía cómo todos los demás chicos se marchaban al entrenamiento y él no podía hacer nada. Para un chaval de esa edad, es muy difícil asimilar eso. Por encima de sus cualidades técnicas, fue su carácter lo que fortaleció entonces",
Dos años después, con 15, Varane regresa a La Gaillete para seguir con su formación. Sus problemas en las rodillas son fruto de un crecimiento rápido que acusa la estructura ósea, algo que ocurre en muchos chavales de su edad, según Marc Westerloppe, que trabaja con los chavales en el Lens. "En Lievin todos los chicos tenían un apodo. A Raphael le llamaban el pequeño Laurent Blanc. Yo creo que como otros chicos creció hacia arriba antes de ganar peso. Para evitar el choque, él recurría a la técnica y a la anticipación, lo que le daba un aire al líbero de toda la vida".
Varane, de hecho, apenas se ha dejado ver por Clairfontaine, donde se han formado estrellas como Anelka, Henry o Diaby, hasta los 18 años. Tan sólo estuvo en manos de la Federación Francesa de Fútbol en su paso por el centro de reclutamiento en Lievin.
Uno de los trabajadores de Clairfontaine incide en su aspecto físico. "Por aquí siempre venían los más fuertes y quizá por eso no se fijaron en Varane hasta los 18", comenta a MARCA este empleado, que prefiere permanecer en el anonimato.
La cantera, a debate
Es algo que Philippe Bergeraut, que tras su paso como entrenador de porteros en la selección sub 17 campeona de Europa y trabajar en el PSG regresó a Clairfontaine en 2003, no comparte. No cree en ningún caso que Francia busque ahora un modelo parecido al de España.
"Siempre hemos dado mucha importancia a la técnica y al talento -opina Bergeraut-. Lo que ocurre es que con 15 años es difícil adivinar hasta dónde puede llegar un chico. Yo estuve en la selección campeona sub 17 con Benzema, Ben Arfa, Nasri... Un 50 por ciento de ese grupo no ha llegado tan arriba ni mucho menos. En Clairfontaine se trabaja la técnica desde muy niños".
Bergeraut cree que el secreto de Varane está más en una formación bien entendida, en la que cuenta tanto o más el plano personal que el físico. "Siempre eligió bien. No me sorprende lo que le ha pasado. Es un chico humilde, inteligente, muy maduro desde niño", apunta a MARCA.

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