La complicidad que existe entre el expresidente estadounidense Bill Clinton y su hija Chelsea ha quedado patente una vez más en la gira que desde el 31 de julio realizan por el continente africano.
Un viaje intenso y especialmente emotivo para ambos ya que han podido conocer in situ algunos de los proyectos sociales financiados por su organización de ayuda humanitaria, Fundación Clinton, y que les ha llevado ya a Tanzania, Ruanda, Malaui, Zambia y Sudáfrica, donde finaliza su recorrido.
Tanto Chelsea como su padre, pero especialmente ella que es muy activa en las redes sociales, llevan desde el inicio del viaje contando en sus perfiles de Twitter como está siendo el periplo y colgando numerosas fotos de las actividades que realizan.
Así se les ha podido ver visitando un hospital, bailando con miembros de la Fundación Ubuntu, conociendo el trabajo realizado por granjeros en Malaui o un programa para potabilizar el agua potabilización en Ruanda.
El miércoles participaron en Pretoria en un encuentro organizado por la Fundación Nelson Mandela que llevaba por título “Abraza el futuro”. Nueve expertos, entre los que se encontraban el expresidente estadounidense y su hija, respondieron a las preguntas del público sobre las cuestiones urgentes a las que se enfrenta África en general y los jóvenes africanos en particular.
A Chelsea, de 33 años, se la ha podido ver muy cómoda y distendida durante todas las apariciones públicas. En una reciente entrevista reconocía que se estaba reinventando así misma después evitar durante años, o al menos intentarlo, ser el centro de la atención de la prensa.
No es la primera vez que padre e hija viajan a África. Siendo presidente, Clinton visitó por primera vez el continente en 1998, un año antes lo habían hecho su hija y su esposa Hillary. Desde sus primeras estancias la familia ha mostrado su compromiso con los africanos, propiciando inversiones y programas de acceso a la salud en comunidades marginadas.
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