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domingo, 9 de junio de 2013

¡Empieza la fiesta! Novios e invitados ponen rumbo al banquete de bodas


Ya son marido y mujer... y todo felicidad. Incluso espontaneidad desde que han abandonado la capilla del Palacio Real para iniciar el cortejo nupcial. Magdalena de Suecia, la novia real más guapa, y Chris O'Neill, el novio más afortunado, han saludado sonrientes y por fin relajados a los entusiastas suecos que no han querido desaprovechar la oportunidad de felicitar a los recién casados en su recorrido en carruaje por el caso antiguo de Estocolmo. Una calle tras otra, del Palacio Real a la isla de Riddarholmen, y el mismo escenario en todas: infinidad de admiradores aguardando durante horas su paso. La carroza de los novios, escoltada por dos jinetes en la parte delantera del carruaje y otros dos jefes de las caballerizas reales en la trasera, ha pasado por Slottsbacken, Skeppsbron, Strömbron, Strömgatan, Norrbro, Slottskajen, Myntgatan y Wrangelska backen hasta la plaza de Evert Taubes Terrass en Riddarholmen, en donde les han llovido efusivas felicitaciones.




Los novios han aguantado encantados el chaparrón y han correspondido una y otra vez a las muestras de cariño desde la emblemática calesa, fabricada por L.V. Nylund en Estocolmo hacia 1900 y utilizada en prácticamente todas las bodas de la Familia Real sueca después de la I Guerra Mundial. La carroza, que fue usada por ejemplo en las nupcias del príncipe Gustavo Adolfo y la princesa Sibila, abuelos de la princesa Magdalena, es de construcción simple y decoración sencilla, posee lámparas plateadas con coronas reales y vidrio esmerilado y está tirada por cuatro caballos con el enganche tipo d'Aumont, con lo que el conductor va sentado sobre uno de los equinos, y no en el asiento, permitiendo así que todo el público congregado vea sin problemas a los protagonistas. Y sus radiantes sonrisas, viva imagen de la felicidad.

Desde allí, los novios reales y los invitados se han trasladado en barco hasta el palacio de Drottningholm para el banquete de bodas. Durante la travesía, todos han disfrutado de un cóctel con champán, con bocaditos, con risas, con instantáneas del momento, con besos a escondidas... ¡Comienza la fiesta!

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