Su vida fue de cine y así ha sido también su despedida. La gran Sara Montiel ha recibido el cariño y recuerdo de su público durante el recorrido que su cortejo fúnebre ha hecho por las principales vías madrileñas. Una misa privada despidió a la artista a las 10 de la mañana en el tanatorio de San Isidro, una ceremonia íntima en la que estuvieron algunos amigos arropando a la familia como el compositor Luis Cobos, Javier Gurruchaga y el actor Jesús Guzmán. Los hijos de Sara salieron del tanatorio con gestos visibles de tristeza para iniciar el trayecto hasta el cementerio de San Justo, donde recibió sepultura.
Sobre las 11.30 de la mañana, el coche con sus restos mortales salió del tanatorio en dirección a la plaza de Puerta de Toledo, Callao y la Gran Vía. En torno a las 12 pasó por la plaza de Callao, donde, en una gran pantalla, se emitían imágenes de dos de sus películas más conocidas, El último cuplé y La violetera.
Desde primera hora ya había gente congregada en la céntrica plaza de Callao disfrutando del arte de Sara en las películas que inscribieron su nombre en la historia del cine. Tras cada uno de los números musicales de la trama, el público estallaba en aplausos. Numerosas personas esperaron pacientemente la llegada del coche, en el que se veía una hermosa fotografía de la artista junto al féretro pero sin coronas de flores, y a su paso le dedicaron una sentida ovación e incluso se arrancaron a cantar algunos de los temas que popularizó. El último homenaje de su público a una de las grandes, aunque se estaría planeando otro evento en Las Vistillas para el día 11 de este mes. Tras esta breve parada ha continuado el camino hacia el panteón familiar del cementerio donde reposarán sus restos, junto a los de su madre María Vicenta y su hermana Elpidia, algo que ella siempre había querido.
Cibeles y la calle Atocha también han visto pasar a una de las grandes del cine español, una actriz y cantante que escribió una de las páginas más internacionales de nuestro panorama artístico. Sus restos recibieron sepultura sobre las 13 horas, en presencia de su familia, sus hijos Zeus y Thais, que están atravesando sin duda uno de los momentos más duros de su vida.El propio Zeus salió a las puertas del tanatorio el pasado lunes para agradecer a todos el cariño hacia su madre. “Espero que todo el mundo se lleve un buen recuerdo de mi madre. En nombre de mi hermana y el mío, gracias” dijo con la voz entrecortada y conteniendo la emoción.
En el cementerio, abarrotado de gente, esperaba uno de sus últimos amores, Giancarlo Viola quien, destrozado por la pérdida y sin poder contener el llanto, llevaba en sus manos una rosa roja para su gran amor. Ha sido en el cementerio cuando se han vivido los momentos de mayor dolor entre amigos, conocidos y familiares de la artista. Zeus trataba de mantener la entereza y consolar a Giancarlo, que se ha derrumbado en el momento del adiós. Thais no se quitó en ningún momento las gafas de sol, que ocultaban su rostro de dolor, y estuvo reconfortada por familiares y amigos. Se ha leído un responso en la capilla y varias oraciones, y además se ha recitado un poema, antes de que la gente depositara decenas de flores sobre la lápida de mármol blanco. Sara ya reposa junto a los suyos para siempre.
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